Actualmente, en pleno siglo XXI, ante la crisis a la que se enfrenta la sociedad tras una inesperada pandemia, en la cual reina la incertidumbre, nos sentimos afectados por situaciones traumáticas que nos dejan una profunda marca psicológica; siendo necesario apostar por la resiliencia para poder lidiar con ellas.

Mi obra pretende mostrar algunas de estas lacras, como son la ansiedad, la depresión, la tristeza, el miedo, la ira y la frustración. La propuesta unifica tres de las disciplinas artísticas con las que me siento más identificada: la fotografía, el collage y la pintura. El proyecto consiste en una serie retratos fotográficos que tras ser revelados han sido rotos y reconstruidos utilizando la técnica milenaria japonesa “Kintsugi”. El proceso se expresa como una metáfora que presenta personajes rotos que muestran  abiertamente sus heridas con la intención de afrontar la realidad y sanar.

«La luz hace visible lo invisible, y cura las cicatrices del alma»